El perdón y sus riesgos. Cuando NO perdonar

El perdón es tu destino

Podemos decir que el perdón es algo que al final todos vamos a experimentar, que es nuestro destino. Con el perdón sucede como con los finales felices, hasta hay una frase sobre ello que dice: «Al final todo va a estar bien, y si no está bien es que no es el final».

Pues con el perdón pasa igual, al final todos experimentaremos ese perdón en nuestro corazón. Todos soltaremos eso que nos pesa, todos tendremos esa liberación, simplemente porque la vida consiste en la experiencia de la luz y la oscuridad, de las subidas y las bajadas; y si estás experimentando la sombra es tu destino experimentar la luz.

Si en tu caso, todavía te queda pendiente de experimentar el perdón en alguna que otra área de tu vida, o con alguna relación o persona; y si además, piensas que aún no te ves preparad@ para ello ¡no lo precipites!. Probablemente no sea tu momento, y eso también está bien ¡Respeta tu proceso!.

Que no sientas el perdón, lo único que quiere decir es que no es el final, que aún no es momento de terminar de integrar, o recoger el aprendizaje, el regalo, que esa experiencia tiene para ti.

El perdón ¿es una moda espiritual?

Hace no mucho, escuché a una terapeuta decir que el perdón es una moda, y que no siempre se va a dar. Y estoy de acuerdo en que parece una moda, ya que ahora todo el mundo habla de ello, pero de una forma muy superficial, para la profundidad y la miga que tiene el tema.

Pero desde mi punto de vista y desde mi experiencia, no es una moda, sino nuestro destino final. Como síntoma de haber transitado ciertas experiencias y ciertos estados, y haber evolucionado hacia otro nivel diferente de conciencia en determinadas áreas. Entonces, solo en ese punto podemos liberar esa memoria celular de algo que no habíamos visto ni integrado.

Esta terapeuta también decía que uno perdona pero no olvida. Y así es, porque uno no olvida las experiencias traumáticas que ha experimentado a lo largo de su camino. Pero lo que hacemos es transmutar y transformar esas experiencias en aprendizaje, en algo que te nutre. No podría haber transformado esa herida en fortaleza de no ser por haber conectado con esa parte de mi, cuando me he visto hundida, y en un punto de no retorno. Por eso es importante no precipitarse, porque el perdón no es algo que podamos comprender. Podemos entender que nuestros padres lo han hecho lo mejor que han podido, con las herramientas que han tenido. Pero si no legitimamos el dolor, no podemos perdonar.

Y con legitimar el dolor quiero decir: darle visibilidad, espacio, sacarlo de debajo de la alfombra, mostrarlo a la luz, llorarlo y gritarlo a los cuatro vientos…pero dejar de estar cargándolo a las espaldas haciendo como que aquí no ha pasado nada.

Al final todo va a esta bien, y si no está bien, es que no es el final.

Por ejemplo, aunque no entre en detalles por respeto a mis padres, en mi vida he experimentado situaciones muy dolorosas (como todo el mundo), situaciones que yo había creído imposible perdonar. Pero aunque no las recordaba a nivel consciente, puesto que como mecanismo de defensa mi cerebro lo había enterrado, me pesaba en mi alma, incluso a nivel físico me tenía encorvada, me tenía encogido el corazón. Y conforme fui trabajando en mi camino de autoconocimiento, fui recordando quien soy a través del dolor. Entonces al ir desgranando esos nudos y abriéndolos, he ido recordando las escenas que me han activado ese dolor, para después liberarlo. Cuando uno perdona, no olvida, recuerda quién es.  

Recupera tu poder detrás de las barreras del ego

Para protegernos, nuestro maravilloso cerebro tiene su propio mecanismo de defensa, ante esa escena de dolor, crea una barrera que bloquea no solo la escena, sino parte de tu esencia. Claro que no se olvida lo doloroso que has vivido, y perfecto que no lo olvides, porque gracias a ello podrás atender tus heridas. Cada cicatriz que te queda de esa herida, no dolerá cuando te liberes, al contrario, pensarás: ¡Que poderos@ soy!, Con lo que he podido y con lo que puedo!.

Pero recuerda eso, que es sumamente importante: nunca precipites el perdón, nunca te presiones en este proceso tan sagrado y tan poderoso, pero tan delicado, que si lo precipitas, puede retrasarte enormemente en tu camino. 

Con esta aparente moda del perdón, la presión, la puedes estar experimentando por dos vías:

  1. Por un lado puede presionarte tu ego, porque según vas aprendiendo de este camino, el ego se vuelve «espiritual» también, sus mecanismos son más sutiles, y se te puede colar por la puerta de atrás como el que no quiere la cosa.
  2. Y  por otro lado, puedes estar siendo acompañado por un terapeuta, un facilitador que, ejerciendo una mala praxis, te este presionando en este proceso.

Así que si no te sientes preparado, ¡escúchate! Porque «los maestros», también están transitando su propio proceso y esto también nos ayuda a nosotros, «los alumnos» a practicar el discernimiento (que ya lo trataremos en otro blog).

El mejor regalo que te puedes hacer

El perdón es algo que tienes que sentir en tu corazón. El perdón no es un regalo que le haces a otro, es un regalo que te haces a ti. Porque el perdón te libera, te quita peso y te aligera la vida.

Te estás regalando una liberación, una integración de un aprendizaje, y te estás regalando el amor que te has negado a ti mismo. Pero nunca lo fuerces, no te saltes pasos, respeta tu proceso, sé muy amoroso contigo mismo. Y cuando tú te des el permiso de ser cien por cien amoroso contigo, el perdón se va a dar solo. Porque te vas a dar cuenta de que para amarte con todo, necesitas quitarte toda la mierda que tu ego mantiene en tensión y que es una energía bloqueada, que no está permitiendo ser transmutada, porque al final el perdón es como el fuego, purifica, transmuta y limpia la energía estancada.

Dejame en tus comentarios si esto te resuena y tiene sentido para ti.

Te dejo el podcast sobre este tema aquí

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